Si el punitivismo nunca es la respuesta mucho menos lo es cuando estamos hablando de personas menores de edad, donde la llamada “reeducación” cobra un sentido de oportunidad cuando prima el conocimiento especializado de cientos de profesionales
que trabajan en ámbitos que saben materializar la “reinserción” desde un enfoque de derechos de la infancia, también de la mal llamada “infancia peligrosa”. Nuevamente la especialización, la individualización, el enfoque de derechos y la justicia transformativa como elemento clave para hacer de contrapunto a la ideología correctiva y el enfoque punitivo.
Este enfoque no es incompatible ni está reñido, ni mucho menos con los derechos de las víctimas, con su recuperación y la reparación psicológica, económica y simbólica. Es más, debería ser compatible, y podría ser compatible si se acometiese una reforma íntegra de la Ley Responsabilidad Penal del Menor de 2000, que a estas alturas es una norma llena de parches dada la cantidad de reformas que ha sufrido.
Uno de los mayores peligros que tiene la desinformación cuando proviene de medios de comunicación fiables es contribuir a la sensación de alarma, al alarmismo. Algo que es como un muelle para esos políticos que prefieren calmar a la opinión pública antes de analizar y abordar rigurosamente las problemáticas. Para evitar esa configuración alarmista de la realidad es muy importante acudir a las y los expertos y, también, a las estadísticas.
Una última reflexión que es más bien una invitación a preguntarnos hasta qué punto, como personas adultas, creemos que nuestras condiciones de vida y los entornos escolares, familiares, vecinales, deportivos, sociales… apuestan por una cultura del buen trato, respeto, cuidado, pasar tiempo y escucha a las niñas, niños y adolescentes. O más bien, se contribuye a esa pedagogía de la crueldad que conceptualiza Rita Segato.