El escritor mezcla narración y reportaje en su nuevo libro, en el que explica su estancia de un año en la isla de Buda, en la desembocadura del Ebro, para analizar la crisis medioambiental de la zona y componer un canto a la vida y los elementos
El delta del Ebro recibe a Gabi Martínez con la dadivosidad de quien acoge a un hijo pródigo . Cielos espectaculares sobre el mar resplandeciente, un aire limpio lleno del aletear de pájaros y los campos de arroz abiertos por el paso de las cosechadoras, con los surcos embarrados proclamando su fecundidad.
Para la ocasión, bajo el sol que induce un ascetismo de brillo y mareo, Martínez se ha puesto un extravagante gorro tipo pañoleta en la cabeza y parece un arrocero de antaño, un culí oriental, o un bailarín de jota, que muchos en el delta prefieren a la sardana.